martes, 4 de marzo de 2008

¿ Quien es Arcelia ?


Un paraíso para los ojos. A penas entrando a la casa y taller de Arcelia Barbero Gómez, el pasillo que lleva al patio revela un fuego artificial de colores que chocan y se combinan sobre marcos para dar vida a verdaderas obras de arte: los espejos karpastado Centellantes de originalidad, los espejos de Arcelia son, también, el fruto de un trabajo minucioso. Una precisa repetición de detalles orna sus marcos. Audaz labor de la cual la pintora se ríe: “Mis amigos me dicen que debe ser un trabajo muy largo y quizá aburrido, pero a mi me encanta pasar tiempo en los detalles. ¡Es lo más divertido!”. Lagartijas, agaves, monos y dibujos precolombinos se colocan entre los colores vivos de las obras de Arcelia. La idea de esta creación empezó en 1996, en la calle, donde la artista recogía los espejos rotos y abandonados.

“Reciclándoles" inventaba marcos que llevaban la forma de lo roto. Gustaba a la gente y empecé a tener pedidos”, se acuerda Arcelia, sonriendo. El azulejo, color ladrillo, del patio es cubierto por miles de manchitas de pintura. Unos marcos todavía desnudos esperan sus vestidos, otros se secan en una mesa central de sala. Sorprendentes espejos en forma de peces están colgados en la pared, idea pescada “por casualidad, para adornar una casa de mar por ejemplo”, comenta la artista.

La pintora también se dedica a la carpintería, inventa la forma de sus marcos, cortándolos ella misma. El material usado fue elaborado hace siete años con un amigo, artista francés, Pierre Ourly. Consiste en una mezcla de cartón y de pasta hecha de papel maché, por eso la técnica fue bautizada karpastado.

Chela, como la llaman sus amigos, tiene 47 años y vive de su arte desde hace cuatro años, aunque reconoce que todavía le falta un largo camino. “Son las piezas grandes las que más me gusta hacer y son las que me dan económicamente”, comenta la creadora que propone, sin embargo, piezas pequeñas, llevando siempre una increíble combinación de colores a precios accesibles.
Desde chiquita, Arcelia se la pasaba creando. “Tengo dibujos de cuando tenía ocho años, representando paisajes y casas con puras rayitas y puntitos. ¡Prueba de que el trabajo minucioso ya me gustaba!”.
Después de estudiar artes plásticas en Xalapa, viajó por Irlanda, Estados Unidos y por fin Francia, donde realizó una película de animación, nominada en dos concursos.
“Era un juego de escultura en plastilina representando al pueblo de Veracruz con sus músicos jarochos. Fueron dos años de trabajo por cinco minutos de película”, detalla la artista a la imaginación incansable.

De su estancia de seis años en Francia, nació también una serie de esculturas en barro, inspirada por el frió que hacia en invierno en el país, serie llamada Les frileuses (Las friolentas). Finalmente, Arcelia Barbero regresó otra vez a estar bajo el sol de México en 1992, con su esposo francés y sus dos hijas, para dedicarse a dar cursos de trabajo manual. “Soy mi propia secretaria, patrona, carpintera, barrendera, pintora y creadora”, bromea sobre sus ocupaciones cotidianas.
A través de un hábil juego de colores y de formas, es la alegría de vivir de Arcelia la que se refleja en sus espejos.

Guadalajara, Dorothée Delacroix

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